Una de las preocupaciones principales de los estudiantes de doctorado sobre todo
cuando ya se encuentran escribiendo la tesis es: ¿Qué voy a hacer cuando sea
doctor?
Dada la gran competitividad en el mundo académico, las pocas plazas de profesor
ofertadas y el poco incentivo por parte de los países para aumentar el presupuesto de
I+D+i (con excepciones), muchas personas optan por buscar un trabajo
postdoctoral (postdoc a partir de ahora). En este post vamos a explicar en qué
consiste y para qué sirve.
¿Qué es un postdoc?
Un postdoc, como su nombre indica, consiste en un trabajo que se desarrolla después
de defender la tesis, cuando ya somos doctores/as, que tiene una duración de entre dos
y cinco años. A diferencia del proceso doctoral, el postdoc no se considera una etapa
formativa o de estudios universitaria, por tanto, se considera un trabajo (con un
contrato laboral o bien con una beca u otro financiamiento). Eso no quita que como
postdoc, aún tenemos muchas cosas que aprender sobre el mundo académico, por
tanto, un postdoc siempre cuenta con la figura de un investigador principal, jefe o
director que nos orientará y nos guiará en el proyecto académico en el que
trabajemos.
Como decimos, para acceder a un postdoc tendrás que postularte a una convocatoria
que puede ser propia de una universidad (en la que ya estudias, otra de tú
país, o internacional), de un centro de investigación, empresa privada o lo más
frecuente: del Estado (a nivel nacional o regional). Cada país e institución tiene sus
propias convocatorias, reglas, jefes/as y áreas de trabajo; lo importante es que vayas
indagando cuáles son las principales convocatorias para el ámbito, país o
universidad que te interesen.
El trabajo diario de un postdoc se asemeja al de sacar la licencia de
conducir. El postdoc sería el conductor novato que aún maneja con un profesional en
el asiento de al lado que tiene pedales para ayudarle. La parte teórica de la licencia es
la tesis doctoral, la parte práctica es el postdoc, en la que ya eres tú la persona que
escribe papers con cierta libertad, puede opinar sobre qué tipo de datos recoger o qué
metodología emplear… pero siempre con la supervisión y “los pedales” de aquel
investigador/a principal, jefe/a o director/a.
Esto significa que (con más o menos libertad), siempre habrá alguien que te oriente en qué autores ir leyendo, qué metodologías usan en su centro normalmente, cómo se articulan como equipo de trabajo, qué temáticas investigar, etcétera. Como todo, tus funciones específicas y el grado de libertad para tomar decisiones (y asumir sus consecuencias) dependerán del
área de investigación, el/la jefe/a que tengas, de tus habilidades e intereses, y del
perfil de la convocatoria.
Esto último es importante, pues cada convocatoria es única: hay algunas que son
exclusivas para investigar, otras que mezclan investigación y docencia. Algunas son
para postdoc recién doctorados, otras son para postdoc “seniors” con ciertos años y
méritos desde que defendieron su tesis. Algunas son para un tema de investigación
concreto, otras dependen del equipo de investigación en el que te insertes. También el
sueldo es muy variable, en función del país, las tareas que llevarás a cabo, la
convocatoria y la experiencia/méritos requeridos.
¿Para qué sirve un postdoc?
Actualmente, un postdoc se considera el “puente” entre el doctorado y el mundo
académico establecido (lo que se conoce como ser profesor “tenure”, planta, titular o
funcionario). En el tiempo que dura un postdoc, el investigador “aprende a volar” por sí
solo, ya no formándose y aprendiendo lo básico de la investigación; sino tomando
ciertas decisiones que influyen directamente en los resultados académicos. Esa mayor
responsabilidad, la menor necesidad de tener un superior que te vigile y oriente, y la
mayor facilidad para publicar papers, participar en conferencias, y empezar a pedir
proyectos de investigación propios; hacen que el postdoc sea una importante etapa de
transición en la vida académica por la cantidad de habilidades y conocimientos
profesionales y humanos que se adquieren y que serán necesarios para el resto de la
vida académica.
Pero además, un postdoc es fundamental para ampliar las redes con las que podemos
trabajar. Bien sea para conocer nuevos conceptos, métodos o autores; o bien para
establecer nuevas colaboraciones, el postdoc es el momento ideal para esto.
Dado que el postdoc todavía es joven, es una persona que normalmente está entusiasmada por ir a congresos, impartir docencia, proponer temas de investigación frescos y
novedosos… en cambio, esto es más complicado en profesores ya “asentados”, pues
es normal que con el tiempo las metodologías, conceptos trabajados o formas de
hacer ciencia se estanquen y se hagan “como se han hecho siempre”. El postdoc por
tanto, suele ser un aire fresco.
Y por esto, finalmente el postdoc sirve para conocer otros lugares, otras formas de
trabajo. Sobre todo si logras hacerlo en otro país. Eso enriquecerá mucho tu
forma de trabajo, tus conocimientos, las formas en que hacer ciencia… lo cual a tu
vuelta será muy valorado (esto potenciará mucho ese aire fresco que aporta el
postdoc). Además, en convocatorias para profesor titular o planta se valorará mucho la
experiencia en el extranjero o en otra universidad por el aporte novedoso y por la
atracción de capital humano avanzado.
Así podríamos resumir lo que es y lo que implica un postdoc. Si bien no es la única
forma de asentarse en el mundo académico, sí es de las principales y de las más
valoradas. ¡Esperamos que te haya servido esta información! :) :)
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